jueves, 21 de agosto de 2008

LA PATA Y SU AGUILUCHO

Carmely Rodríguez
colección: "La granja"
(El zoologico de Dios).





"Mi amado Jesús, Madre buena,
en vuestras manos dejo a mi
polluelo, hacedlo un hermoso Aguila"
- Dijo la pata - mientras dejaba volar a
su hijo por primera vez, desde lo más
alto de la montaña.


El pequeño pollo escalichao, había estado llorando...
El Sol estaba hoy más arriba y quizás más lejos
que otros días. El pequeño había dicho a su mama algunas veces, que algún día volaría muy cerca de aquella bella estrella que iluminaba su vida.

Soñaba con volar por encima de las nubes y aterrizar en lejanas ciudades de las que había oído hablar con pasión a sus hermanos mayores: Estados Unidos, Rusia, quizás en lugares antiguos como Roma.....
Pero llegado el primer vuelo de prueba, el pollo sentía un algo extraño. No sabía bien que era; quizás era una mezcla de varias cosas: temor, inseguridad, soledad. No acertaba a poner nombre a esas nuevas sensaciones. No distinguía bien sus propios sentimientos; convencido de que quería volar, sin embargo algo le oprimía en la garganta, y hacía resbalar dulces lagrimas por las plumas de su rostro.
La pata rozaba con sus plumas al joven animal acariciando su pequeña cabecita, y buscaba entender y encontrar algo apropiado para decir en tan singular ocasión. Pero nada había tan elocuente como el silencio.
En su pecho, hubiese querido acurrucarlo. Como cuando solo era un pichón y ella era para él consuelo y maestra, pero esta vez no sabía qué hacer....
Ella nunca supo volar tan alto como soñaba su pequeño. Había aceptado que sus vuelos nunca sobre pasarían la reja de su corral. Pero entendía a su manera que todos no somos iguales; era amiga de águilas y gaviotas que iban y venían sobre océanos, volando y cazando peces mar adentro y admiraba las grandeza de sus alas y la hermosura de sus plumajes.
Aceptaba que su pichón quisiera parecerse a aquellas bellas criaturas, que veíamos alejarse en el horizonte sobrevolando en pandillas sobre la ciudad en el otoño y que después retornaban de nuevo en primavera.
Había observado que al irse las aves, emitían un graznido más triste que el de la vuelta, que era más una especie de gorgoreo alegre.
Comprendió entonces las lagrimas de su polluelo y con una fortaleza que desconocía, ahuyentó el gemido de su hijo, recordándole que el deseo de volar era una cosa buena, que podía llegar muy alto porque era libre y siempre habría para él una primavera, que le traería de nuevo al corral, para visitar a sus amigos: las patitas que ahora estaban saliendo de sus huevos, y a los dos gallos grandes que tanto le habían enseñado en su infancia. Y al pavo real a quien adoraba.
Antes de subir a la gran montaña de la despedida la vieja pata paseo con él por las estancias del corral, para que nunca olvidara su primer hogar y le pregunto una vez más:

- ¿Estás seguro de querer emprender este viaje?.
-"Si, pero me siento raro, sin poderlo evitar, mi cabeza dice Sí, pero mi corazón, se llena de nostalgias, por compartir más tiempo en la seguridad del único hogar que conozco."
La pata alejaba sus propios miedos, para que el polluelo no aumentara su dolor y con firmeza le recordaba:

- "Todos los animales de esta granja van a volar un día u otro. Todos abandonarán el nido. Tu eres el primero, pero no el único. El mundo les espera a todos en mil encrucijadas”.
Piensa en lo sencillo que es hacer lo que cada uno tiene que hacer. Y no mires atrás, mira siempre al Sol a tu meta. Y da gracias siempre por tu libertad, tesoro que debes conservar y esconder de los engaños de tu único enemigo.
Recuerda que eres libre por Don gratuito de Dios, libre de ir y venir, de pelear o descansar al sol, Libre, aunque te cacen y te enjaulen, tu corazón es libre. En él nadie manda, y uno de los más hermosos ejercicios que podemos hacer con nuestra libertad es darnos a los demás.
Hay animales que viven su vida, según los planes de los hombres, unos para carne, otros para pieles, paté o almohadones de plumas.
Tu sin embargo, eres especial, has oído a tu amo que te dice:
-"ven, quiero que seas mi ave guía, Te doy un encargo: trae a mis hijos perdidos, anuncia al mundo, con tu vuelo, que soy su Dios y que los amo, allá donde estén"-.
Por eso aguilucho mío, tienes que aprender a volar bien alto, para que puedan verte, cuanto más hombres, mejor. Te he elegido como mi testigo. No temas, nunca estarás solo, si Tu no me dejas. Yo vigilo tus pasos, te guardo en tus sueños, te protejo de la lluvia, te alimento...porque te quiero, como Padre, no como amo"

Estas palabras parecían tranquilizar al jóven polluelo, que con paso decidido, cargó su mochila a las espaldas y se dispuso a subir a la montaña del Arquero, desde donde emprendería el vuelo para la misión encomendada.
La pata, le vio partir, sereno, con vuelo firme y se quedó tranquila.
Se alegró de tener que trabajar esa noche, pues tenía turno en los nidos, ayudando a muchos polluelos a salir del cascarón. Así anduvo toda la noche, feliz de estar despierta, velando el sueño de sus hermanas.
Convencida parecía de que no echaría de menos a su aguilucho.-“se echa de menos algo que se pierde, ( Se repetía a sí misma), pero no a alguien que se quiere, y con el que aún en la distancia se comparten tantas cosas".
Pensaba que era cuestión de saber para donde corre el viento, porque así sabría en qué dirección estaba la estrella que custodiaba a su pequeño. Y se propuso en vez de sentirse triste, aprovechar ese viento, para llevarle canciones que le tengan al corriente de las cosas de sus amigos del corral, así no tenía por que pesar el yugo suave de la distancia.

Orgullosos estaban la pata, y el pavo real, de su aguilucho, y confiaban ciegamente que al llegar la primavera volverían a encontrarlo, convertido en un gran águila, seguro, maduro y feliz. Hermoso por fuera y puro por dentro. Así, soñaron siempre, que sería su descendencia.... volviendo a sus afanes, acompañaba a su hijo, entonando cancioncillas para que se las llevará el viento....

"Vuela, mi pequeño pato,
Como un águila real,
Vuela, firme, vuela alto.
Vuela y vuela, sin parar.
Y no olvides en tus vuelos,
A quienes dejas atrás.
17 de Septiembre de 2007.

A mi hijo Carlos y a mi amigo José Manuel y hoy 6 de agosto de 2009 a una niña loreña, que emprendio un vuelo hasta la tierra guadalupana de mexico DF. Que touloca, sea solo tu puerto de descanso y al llegar la primavera, nos alegre tu regreso. un beso xolita.

Un día, hace tiempo ya, salío mi hijo de mi casa, para vivir una maravillosa aventura.
Justo en esos días, llego a mi Parroquia un sacerdote jóven, que se parecía mucho a mi hijo fisicamente.Esa es la razón de este cuento, que unos días antes había escrito para mi hijo, pero que pensaba, sería lo que su madre desde el cielo, querría decirle también a Josemanuel.
En algunas decisiones de nuestros hijos debemos acompañar como madres, los proyectos de los hijos, aunque a veces no los entendamos completamente, pero confiadas en que alguien les guia y les cuida, mientras no estan bajo nuestra mirada.
Carlos, Nunca la distancia borra el dulce recuerdo de tu alegría.
Josemanuel, Nunca la distancia, nos hará olvidar su ejemplo de pastor, para esta comunidad de La Algaba, a pesar de su juventud.

Carmely.






























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